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Sodi Miranda, Federica y David Aceves Romero
2006 Chichen Itza, Tula y su impacto en la gran Tenochtitlan, a través de la complejidad cultural en el arte y sus implicaciones en la sociedad. En XIX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2005 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.463-474. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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CHICHEN ITZA, TULA Y SU IMPACTO EN LA GRAN TENOCHTITLAN, A TRAVÉS DE LA COMPLEJIDAD CULTURAL EN EL ARTE Y SUS IMPLICACIONES EN LA SOCIEDAD
Federica Sodi Miranda
David Aceves Romero
Palabras clave
Arqueología Maya, México, Yucatán, Chichen Itza, Tula, Tenochtitlan, relaciones culturales, relaciones artísticas, ofrendas
CHICHEN ITZA, TULA AND ITS IMPACT ON THE GREAT TENOCHTITLAN, THROUGH THE CULTURAL COMPLEXITY OF ART AND ITS IMPLICATIONS FOR SOCIETY
Our investigations show the importance of art inherited by the inhabitants of Chichen Itza and their relations with Tula through examples of sculpture that reflect their close links. We particularly focus on the group of Atlantes located in the Main Temple of Chichen Itza’s Ball Court as well as comparing it with those found in Tula, Hidalgo. This gives us the result of the impact caused among the Aztecs that would cause the recreation, in the heart of their city, of the Toltec heritage that marked the foundation of the great Mexico Tenochtitlan.
En las excavaciones realizadas en el antiguo recinto ceremonial de México-Tenochtitlan por el Proyecto Templo Mayor, se han descubierto numerosos elementos arquitectónicos, escultóricos y cerámicos que muestran el interés de los Aztecas por crear o recrear en su ciudad capital imágenes de pueblos y culturas ya desaparecidos, de los cuales indudablemente la ciudad de Huitzilopochtli se consideraba heredera y continuadora de culturas ancestrales como lo fue la Tolteca. Como se ha mencionado ya en ocasiones anteriores, los Aztecas retomaron patrones formales y estilísticos de culturas anteriores a la suya y con su estética propia las reinterpretaron dando así, su versión del pasado.
El presente trabajo es el resultado de una constante y profunda reflexión acerca del significado que para los Mexicas tuvieron las diversas culturas que les antecedieron y las cuales innegablemente poseían una vasta información. Así, se podría decir que fue Tula, y todo lo que representaba, la que mayor impacto debió tener en la mentalidad de los Tenochcas; por las razones obvias, de acuerdo a las evidencias arqueológicas, hubo una larga ocupación Azteca del lugar, inclusive algunos autores consideran que los Mexicas, junto con otros pueblos, contribuyeron en su momento a la caída del poder Tolteca, habitando sobre los restos de la antigua Tula; pero por sobre todo esto se considera que fue mucho más importante que el propio conocimiento de los elementos Toltecas, la imagen que la ciudad de Quetzalcoatl tenía como creadora de cultura, poder y civilización.
De ahí que si Tenochtitlan se consideraba a sí misma la nueva capital del universo, el nuevo centro del mundo debería ser, de alguna manera, la legendaria Tula.
Ahora bien, el foco medular de esta investigación estuvo centrado en la cultura que se desarrolló en la zona arqueológica de Tula, Hidalgo (Figura 1); a lo largo de este proceso de estudios relacionados con su historia, mitos, origen, estructuras, esculturas, cerámica y otros, se concluyó que para poder entender a esta cultura, era necesario manejar y conocer sus relaciones con otros grupos que compartieron su tiempo y espacio. Las claras evidencias de su estrecho vínculo con el área Maya condujeron, hace ocho años aproximadamente, a proponer una lectura de la zona arqueológica de Chichen Itza, sin este conocimiento no se podría comprender qué sucedió en Tula, Xicocotitlan y, quizá, en otros sitios del Altiplano Central anteriores a este grupo.
Figura 1 Plano de Tula, Hidalgo
Se sabe que para finales del siglo XVI son pocos los testimonios orales y pictográficos que sobreviven a la escrutadora e inquisitiva mirada de los frailes que se dieron a la tarea de conocer el contenido de estos, a través de intérpretes autóctonos, quienes con el afán de salvar cierta parte de su realidad histórica dieron, en algunos casos, un relato diferente lejos de su verdad. El acercarse a la historia de estos grupos Mayas, principalmente al que se asentó en la península de Yucatán, específicamente en la zona de Chichen Itza, a través de los códices elaborados por sus coterráneos, sus relatos recopilados por los frailes españoles, las reseñas de estos cronistas europeos y, sobre todo, a través del testimonio plasmado en los edificios principales de esta área arqueológica, es sin lugar a duda fundamental para la comprensión de una cultura y de una sociedad que se diluye antes de la llegada de los españoles.
En la complejidad cultural que se formó en las Tierras Bajas Mayas, Chichen Itza desarrolló un estilo propio que ha dado origen a un sin fin de estudios, teorías y comparaciones a lo largo de la historia.
Actualmente los trabajos arqueológicos realizados por Peter Schmidt y su grupo de investigadores han dado resultados magníficos, colocando a Chichen Itza en tiempo y espacio, con lo que algunos conceptos han desaparecido; como ejemplo de ello se citan los términos: Chichen Nuevo y Chichen Viejo, los cuales han dejado de ser funcionales, con base en los descubrimientos arqueológicos que en la zona se han realizado (Figura 2).
Figura 2 Plano de Chichen Itza, Yucatán
Para los datos que aquí se presentan, no se puede dejar de mencionar la añeja y enojosa discusión sobre el parecido entre las zonas arqueológicas de Tula y Chichen Itza, lo que ha significado un descontento en el área de la investigación, ya que ha sido difícil, por no decir casi imposible, ponerse de acuerdo sobre el origen de esta similitud. Entre las más célebres discusiones del problema Tula-Chichen, es la sostenida por el arqueólogo Alberto Ruz y el historiador de arte George Kubler, quien publicó un ensayo titulado Chichen-Itza y Tula, en el primer número de Estudios de Cultura Maya, donde fundamenta una tesis opuesta, hasta ese momento, a lo que la mayoría de los investigadores aceptaban respecto a las influencias que se observaban entre ambos centros. Él no estaba de acuerdo con la opinión generalizada de los investigadores quienes coincidían en atribuir a los Toltecas una serie de elementos característicos de ciertas épocas de Chichen Itza. Sin embargo, en su opinión, esos elementos que utilizaban sus colegas como prueba de tal influencia, debieron haber sido llevados de Yucatán a Tula, ya que en algunos casos los antecedentes se encuentran en épocas muy tempranas del área Maya.
El doctor Ruz contesta en otra publicación de Estudios de Cultura Maya, bajo el titulo de Chichen-Itza y Tula: Comentarios a un ensayo, donde después de una serie de comparaciones y reflexiones concluye que, si los elementos de origen Tolteca que Kubler pone en duda y atribuye a un renacimiento Maya, como serían las columnas serpentiformes, las figuras de atlantes y las representaciones de guerreros que ubica en el siglo XII, fueran tal y como el doctor Kubler aseveró, y si estos motivos fueron inventados en Chichen Itza y después llevados a Tula, ¿Cómo es posible que llegaran a la metrópoli Tolteca a fines del mismo siglo, fecha en que la Tula de los Toltecas ya había sido abandonada? (Ruz 1962).
Kubler replica los comentarios de Ruz y observa que concuerda en algunos puntos. Asimismo, añade varios e importantes elementos de comparación favorable a la teoría del origen Maya de rasgos Toltecas en Tula. De la misma manera, acepta apoyar la tesis del origen de las Tierras Altas mexicanas para los jaguares de perfil, serpientes emplumadas y estructuras redondas; por otro lado, entre la lista de “invenciones Toltecas”, Ruz incluye los vestíbulos con columnatas cuyo desarrollo refirió Kubler a Mitla, Monte Alban y a Teotihuacan (Kubler 1962). Sin embargo, el principal desacuerdo de ambos investigadores fue, sin duda, la cronología de ambos lugares, basado principalmente en la fecha de la caída de Tula. Este problema subsiste en la actualidad, ya que no se ha realizado hasta este momento un profundo estudio cronológico en ambas zonas arqueológicas.
Es importante mencionar que han existido grupos de investigadores que se han dedicado a la tarea de trabajar las fechas Mayas. Tal es el caso de Charles Lincoln y Marvin Cohodas, quienes dan fechas más antiguas en Chichen, principalmente al conjunto del Juego de Pelota. En sus últimos trabajos se cuestiona el traslape del Clásico con el Postclásico Maya.
Es interesante recordar que las fuentes históricas de ambos lugares coinciden en el hecho de que la influencia llega del centro hacia el sur. El Chilam Balam, al igual que la Relación de las Cosas de Yucatán, escrito por Fray Diego de Landa, menciona “… con los Yzaes que poblaron Chichenizá, reinó un gran señor llamado Cuculcán … y dicen que entró por la parte de poniente y que difieren en si entró antes o después de los Yzaes o con ellos…”. Sin embargo –y no deja de extrañar– Landa describe posteriormente el retorno de este personaje al Altiplano Central de la siguiente manera: “ … y que después de su vuelta fue tenido en México por uno de sus dioses y llamado Cezalcuati…” (Landa 1980:19-20). Asimismo, las fuentes que se relacionan con las culturas del Altiplano Central relatan cómo Topiltzin Quetzalcoatl sale de la legendaria Tollan y después de un peregrinaje llega a las costas de Veracruz, en donde se embarca rumbo a la tierra del rojo y el negro (Tlillan Tlallapan), considerada como una región de la Costa del Golfo, incluyendo Yucatán; algunos investigadores comentan que cuando los Itza´ y sus seguidores llegaron a Chichen Itza en el Katun 4 Ahau (968-987 DC), vino con ellos un personaje legendario llamado Kukulkan por los Mayas y Quetzalcoatl por los Nahuas, de quien se decía haber venido de Tula, Hidalgo, del centro de México, con lo cual se inició el periodo Tolteca en Yucatán.
Se sabe por las fuentes históricas, que los sacerdotes Toltecas del dios Quetzalcoatl llevaban el mismo nombre de la deidad, y que existió un gobernante-sacerdote llamado Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl. Según los anales de Cuauhtitlan en “…5 calli (977 DC) murió Quetzalcoatl; se puso en pie, llamó a todos sus pajes y lloró con ellos, luego se fueron a Tlillan Tlapallan, el quemadero. Se dice que en ese año 1 acatl, habiendo llegado a la orilla celeste del agua divina, se paró, lloró, cogió sus arreos, aderezó su insignia de plumas y su máscara verde, luego se atavió, él mismo se prendió fuego y se quemó…” (Códice Chimalpopoca 1981).
En relación con lo anterior, existen diferentes disertaciones, como la del historiador López Austin (1994), quien señala que Tlillan Tlapallan era una región celeste, comprendida entre la luz y la oscuridad, entre el rojo (oriente), y el negro (poniente), y que de ninguna manera era una región geográfica, comenta que al incinerarse dicho sacerdote-gobernante, se transforma en Señor del Alba, volviéndose ahí un héroe cultural divinizado, así pues, este personaje legendario no pudo ir a Yucatán, porque:
- Tlillan Tlapallan no era una región geográfica, sino la bóveda celeste comprendida entre el oriente (orilla celeste del agua divina), y el poniente.
- Porque murió en el año 999 DC.
- Porque los Itza´ que llevan culto a Kukulkan o Quetzalcoatl o Venus (Señor del tiempo), conquistaron Chichen Itza en un 4 Ahau, es decir, entre los años 968 y 987 DC.
Menciona también que en ese año fueron los Toltecas a traer a Quetzalcoatl para constituirle rey de Tollan; asimismo, dice que Kukulcan-pájaro-serpiente era el planeta Venus que simbolizaba la luz y la oscuridad por ser estrella de la mañana y de la tarde; que tenía que ver con el sol, el viento, el maíz, la vegetación, la lluvia y los animales; que se le presentó como a un viejo con un sólo diente o con los dientes protuberantes, por lo cual se le llamó 1 Ahau, que era el patrono de la caza; y que también fue conocido como Lahun Chan (Diez Cielo, Diez Poderoso), o dios del décimo cielo que tenía que ver con Venus; y aun ser confundido con Itzamna, por ser el inventor de la escritura, de la agricultura y de otros aspectos benéficos al hombre.
Pero cabe la duda sobre la interpretación histórica de los hechos acaecidos en el Altiplano Central de México, ya que ésta puede ser muy variable, pues no se debe olvidar que años después los Aztecas relataron la historia y las leyendas como una experiencia propia, y no se deja de cuestionar sobre la grandeza Tolteca que ellos heredan y describen con gran elocuencia. No deja de ser extraño que en las fuentes Tula era un lugar próspero y que su dios Quetzalcoatl le había enseñado toda clase de artes, que existía la armonía, la paz y el auto sacrificio; no se menciona en ninguna parte la ferocidad que representa Tula en sus edificios y en su escultura, así como la presencia de su fuerza a través de la guerra, ¿Será acaso que los Mexicas mitificaron y engrandecieron lo que en realidad era la Tula de los Toltecas? Lo cierto es que prevalece la hipótesis generalizada de que los Toltecas de Tula, Hidalgo, influyeron sobre Chichen Itza y a ellos se debe el gran parecido arquitectónico y escultórico entre ambas ciudades.
Partiendo de esta idea, la propuesta de esta investigación en un principio era el estudio comparativo, a través de un esquema-modelo o de un análisis del sistema de representación en Tula, que era necesario para llegar a obtener el resultado deseado, así fue que se colocó en una balanza los elementos que componen a la pirámide de Tlahuizcalpantecuhtli con la de los Guerreros. Sin embargo, sorprendió el hecho de que las semejanzas no fueran tan fuertes o contundentes como algunos investigadores y estudiosos habían aseverado, en especial Jorge R. Acosta quien, luego de 13 temporadas de excavación en Tula, hacia finales de los años 40 fue llamado para realizar algunas excavaciones en Chichen Itza y es aquí en donde, impactado por la semejanza de los hallazgos localizados en Tula, realiza un balance de estos rasgos presentes en este pequeño lugar de la vasta zona Maya.
Acosta regresa a Tula y considera que tiene los elementos necesarios para reconstruir la pirámide de Tlahuizcalpantecuhtli, decide poner en la parte superior las cariátides y pilastras, que en temporadas pasadas había sacado del interior del edificio y completado con otras localizadas fuera de este basamento. Si se considera que Acosta acertó en la reconstrucción de este edificio y se observan los elementos que lo componen, se puede hablar de una síntesis del esplendor Maya en el corazón del Altiplano Central. Lo cierto es que muchos elementos arqueológicos encontrados en el centro de la ciudad de México indican que la toltequización de Tenochtitlan se extendió a todos los ámbitos de la cultura y del pensamiento.
Con el objeto de sintetizar la información, vale la pena hacer una enumeración de algunos de los más importantes elementos presentes, en las ciudades arqueológicas de Chichen Itza, Tula y Tenochtitlan; sin embargo, se cree pertinente señalar algunos sitios del Altiplano Central de México, con antecedentes de relaciones con el área Maya.
Antecedentes:
- Xochicalco
- Cacaxtla
- Los Volcanes (Metepec y Nahualac)
- Tula relacionada con la presencia de Chaac
Ahora bien, entre las semejanzas de Chichen Itza, Tula y Tenochtitlan, se pueden mencionar:
Arquitectura:
- Vestíbulos con columnas; columnas de base cuadrada.
- Recintos palaciegos como salones ceremoniales que conectan mediante angostos pasillos a patios internos con habitaciones a los lados.
- Banquetas adosadas a los muros, con aplicaciones en las mismas banquetas que conforman plataformas adheridas a los muros, que permitían la colocación posiblemente de tronos o imágenes.
- Tamborcillos de estilo Puuc. Cabe mencionar que el caso de los tamborcillos es muy curioso, ya que su descubridor –Acosta– no los vinculó directamente al complejo arquitectónico de esta región de la península yucateca, los encontró tanto en el Palacio Quemado (Acosta 1960:50-51), como en el gran vestíbulo, los cuales llamó columnitas y él pensaba que posiblemente “parecen representar ataduras y recuerdan los amarres de la antigua construcción de bajareque… están pintados de rojo y otros de azul…” (Acosta 1960:102).
Marquina fue el primero en reconocer la filiación típicamente Maya de este elemento y Ruz indica que “…existe un elemento decorativo que fue hallado en el escombro del Templo de Tlahuizcalpantecuhtli en Tula que debió formar parte de su fachada…unos tamborcillos de origen no tolteca que se derivan, como hizo observar Marquina…de las ataduras de columnillas que abundan en los frisos de estilo Puuc, en que también son frecuentes muchos tamborcillos…” (Ruz 1962:209). Gracias a los datos arqueológicos obtenidos en las excavaciones de Acosta fue que el pintor Luis Covarrubias, teniendo como consultor a Ruz, hizo la reconstrucción de una parte de la Plaza Principal de Tula y de cómo se integró en el dibujo el posible funcionamiento de este elemento decorativo, el cual se encuentra en la sala Tolteca del Museo Nacional de Antropología.
En cuanto a la época Azteca, se debe mencionar que ya en Tlatelolco y en las excavaciones del pasaje Catedral, se habían descubierto en el escombro estos tamborcillos. Para ellos se utilizó la materia prima favorita de los Aztecas, el tezontle. En las recientes exploraciones del Templo Mayor, la abundancia de dichos tamborcillos es considerable (infortunadamente sólo se encuentran en los escombros).
- Grecas de filiación Puuc, elaboradas en lápidas colocadas en una secuencia hasta formar este motivo. El caso de los paneles con grecas, localizadas en México-Tenochtitlan, como parte integrante en la decoración de los muros, se encuentra en un gigantesco diseño que debió tener enormes dimensiones de varios metros cuadrados y cuyas lozas en segmentos fueron halladas en los escombros de las excavaciones del ex Volador, al sur del Palacio Nacional de México; el diseño del conjunto recuerda las fachadas y decoraciones de sitios característicos de Puuc, Uxmal y Labna, entre otros.
- Tzompantli, en el Altiplano Central vertical y en Chichen horizontal.
- Juego de Pelota (no obstante que es un elemento arquitectónico generalizado en Mesoamérica).
Escultura:
- Figuras antropomorfas con carácter de guerreros llamadas por los arqueólogos cariátides o atlantes.
- Figuras antropomorfas en actitud de sostener algo sobre su cabeza y espalda, llamadas por los arqueólogos pequeños atlantitos (aquí se hace notar que las imágenes Aztecas están siempre relacionadas con Quetzalcoatl en su versión de Ehecatl como Dios del Viento).
- Figuras zoomorfas a manera de serpientes en posición descendente, que servían como columnas o soportes de altar.
- Figuras antropomorfas con la imagen de un personaje recostado en posición forzada que han sido llamadas Chac-Mol, las cuales por supuesto han sido identificadas como posibles mesas-altar o inclusive piedras para el sacrificio (Sodi y Aceves 2000).
- Figuras antropomorfas de pie o sentadas que poseen en medio de las manos en el pedestal una perforación u oquedad y cuyo destino era servir de sostén a pértigas de madera con telas o papeles colgantes a manera de banderolas, por ello se les ha llamado porta-estandartes; del mismo tipo se encuentran esculturas zoomorfas que tiene la misma función que las anteriores, en el caso de los jaguares sentados sobre sus patas traseras, la oquedad se localiza en el lomo.
- Lápidas de piedra, con figuras en relieve, en las que se representaban jaguares en actitud de caminar o sentados, y gruñendo; así como águilas con las alas desplegadas y buitres.
- Lápidas con bajo relieves que forman una secuencia, en ellas se aprecia una procesión de guerreros ricamente ataviados. Estas lápidas son parte de la decoración de las banquetas adosadas a los edificios.
- Lápidas en bajo relieve, con secuencia de imágenes de serpientes emplumadas ondulantes. También como parte de la decoración de las banquetas.
- Lápidas con decoración de águilas y jaguares.
Cerámica:
- Braseros antropomorfos que muestran el rostro del Dios de la Lluvia y de cuyos ojos escurre líquido a manera de lágrimas de lluvia (Sodi y Aceves 2003a).
- Plumbate. Para la capital Azteca, ha sido reportado en varias ocasiones el hallazgo de vasijas zoomorfas con la figura de un coyote que han sido encontradas en varios puntos de Tenochtitlan, y muy especialmente se resalta una pieza encontrada en las excavaciones del Metro en 1967 en la sección sur de la ciudad (Calle Izazaga), la cual muestra que en la época de los Aztecas le fue hecha una tapa de tezontle, labrada cuidadosamente con el propósito de que embonara en el recipiente, si bien es cierto que la vasija corresponde al Postclásico Temprano, su uso y terminado corresponde a la época Azteca (Solís 1982:32).
- Los Rayados, que se encuentran relacionados con cautivos o probablemente con alguna ceremonia religiosa, relacionada con grupos guerreros.
- La presencia de Venus en diferentes edificios relacionados con cultivo principalmente (Aceves y Sodi 2003a).
- Los magnificas trabajos de mosaico sobre diferentes materiales (turquesa, hueso, concha).
Con el sencillo cuadro comparativo que aquí se ha presentado, el lector puede darse cuenta que la imagen de Tula, y por consecuencia la de Chichen Itza, siempre estuvo presente en el pensamiento de los Aztecas. Algo en lo que se debe insistir es en el hecho de que es posible que algunas esculturas, figuras menores o cerámica, fueran traídas directamente de la capital Tolteca. Después del detallado análisis que se ha efectuado con ambos conjuntos, contrastándolos, es posible afirmar que existe la fórmula de la tradición Tolteca o el elemento iconográfico, pero éste fue reinterpretado, trabajado al estilo de los Aztecas y unificándolo en el contexto general de Tenochtitlan, de modo que se puede decir que hay una imagen de Tula, un deseo de tener presencia de esta ciudad, pero todo ello bajo la estética de los Aztecas.
En cuanto a la presencia Maya, cabe preguntarse ahora ¿Hubo relaciones directas entre el área Maya y Tenochtitlan? ¿Existen evidencias arqueológicas que lo prueban?
En las excavaciones del metro en 1967, que se menciona en líneas arriba, en la sección sur de la ciudad (Calle Izazaga), se descubrió una vasija del grupo Naranja Fino, cuya pasta y decoración corresponde definitivamente al grupo llamado Chichen Fine Orange Ware (Tipo X; Brainerd 1958:56-57), y al Fine Orange Silho Group (Smith 1971), la cual indiscutiblemente debió provenir de las Tierras Bajas Mayas, particularmente de la península yucateca. Cuando se realizaron las exploraciones de la estación Metro Pino Suárez, en el conjunto arquitectónico palaciego del cual sólo sobrevivió la pequeña pirámide circular (DDF 1970:232-239), se localizó una caja de piedra que contenía una vasija Teotihuacana característica de la época Clásica y dos ollas trípodes de soportes semiesféricos, de color naranja, imitación de la cerámica Naranja Fino de la región yucateca (Castillo y Solís 1975:27). Algo así como si se encerrara en una caja un concepto o una imagen del pasado.
Durante las exploraciones del Templo Mayor en la llamada época del gobierno de Axayacatl, correspondiente, según Eduardo Matos, a mediados del siglo XV, en la sección de la plataforma sobre la cual descansaba la pirámide doble, en un sitio clave al centro de las dos pirámides, fueron descubiertos dos vasos de color naranja de paredes verticales con sus correspondientes tapas, que sirvieron como urnas funerarias, ya que en su interior se encontraron fragmentos de huesos humanos quemados. Estas piezas presentan como elemento decorativo una especie de panel trabajado en relieve en el que se aprecian dos personajes –posiblemente deidades– y a cuya espalda está una serpiente emplumada ondulante. Según Emily Umberger (1987:79), estos recipientes de imitación Naranja Fino estarían inspirados en recipientes semejantes del Postclásico Temprano.
Ya desde la tercera temporada en Tula, Acosta había encontrado cerámica Naranja Fino en un fragmento en que se apreciaban las figuras en relieve y las dibujadas al fresco y su forma, un vaso alto con soporte anular, es semejante a los anteriores (Acosta 1942-1944). Así que desde el Postclásico Temprano, esta cerámica de clara filiación Maya y específicamente proveniente de las Tierras Bajas Mayas, está presente en la capital Tolteca y su imitación en el Altiplano Central mexicano adopta dos modalidades: una con decoración en relieve y cuyo ejemplo más completo sería una vasija que se encuentra en las colecciones del Museo de Arte Antiguo, en Viena, siendo la otra modalidad de la pintura al fresco con las que se logran escenas que recuerdan las pinturas murales de algunos edificios de Chichen Itza. De este tipo se conserva una pieza de incierta filiación arqueológica y que se exhibe en el Museo Jorge R. Acosta en Tula; o como la ofrenda de cerámica Papagayo y Plumbate localizada en Tula, procedente de Costa Rica.
Este breve análisis acerca de la presencia de cerámica que se identifica como proveniente de la región Maya en Tula y Tenochtitlan lleva a considerar que es indiscutible que durante el Postclásico Tardío, muy especialmente durante los siglos XV y XVI DC; hay objetos cerámicos de una época tan temprana presente en la capital Azteca, no sólo originales, sino también en los denominados de imitación. Tal vez una respuesta sencilla sería pensar que a través de Tula llegaron estos objetos a la capital Azteca. Sin embargo, en el caso específico tanto de las vasijas situadas en el interior de una caja de piedra, y muy especialmente del par de vasos-urna del Templo Mayor, interrogante es más enigmática todavía, ya que la iconografía de estas últimas vasijas corresponde perfectamente al significado del edificio y del entierro, lo que indica que fueron mandadas a hacer por los Aztecas a un centro productor o fueron hechas por artesanos que copiaron cerámica fuera de la moda con elementos simbólicos de épocas muy antiguas. Aquí se presentan dos ejemplos de elementos Mayas encontrados en Tenochtitlan:
- Pectoral de concha con personajes labrados en este objeto.
- Representación de hombre-tortuga.
Se impone aquí una reflexión final, no cabe duda que el principal modelo que siguieron los Aztecas en muchos casos fue el de Tula, pero surge la interrogante ¿Es posible que los elementos típicamente Mayas como los elementos Puuc hayan llegado exclusivamente a México Tenochtitlan vía la capital de Quetzalcoatl? o ¿Tal vez sería probable que estos tamborcillos y grecas Puuc, junto con las imitaciones y originales Naranjas Finos, así como las pequeñas piezas de jade identificadas como Mayas, hubiesen llegado directamente de las costas peninsulares vía los grupos de comerciantes costeños de Tabasco y de la región veracruzana? Acerca de estos movimientos Thompson (1970), dice que:
- Los Itza´ fueron Mayas-Chontales o putunes que controlaban las rutas comerciales alrededor de la península de Yucatán.
- Un grupo de ellos ocupó Cozumel y de allí pasaron a la costa oriental de Yucatán, alcanzando Chichen Itza hacia el año 928 DC.
- Un segundo grupo de putunes-itza´, mezclados con gente Tolteca de habla Nahuatl, llegaron a Chichen Itza alrededor de 987 DC, introduciendo el culto a Kukulkan o Quetzalcoatl que prevalecía en Tula, Hidalgo.
- Ahora bien, la religión y culto a Quetzalcoatl se originó en Xochicalco, Morelos, allá por el año 650 DC; se comenzó a propagar por medio de caudillos-sacerdotes que llevaban el mismo nombre de la deidad; alcanzó las tierras Mayas junto con el militarismo e influencias de la Costa del Golfo, especialmente yugos, hachas, entrelaces y volutas del estilo del Tajín, Veracruz; se mezcló con el estilo de la Costa del Pacífico de Guatemala, pasando todo ello a la región del Usumacinta; pasó a la región Maya-Chontal o de los putunes, de donde los Itza´ y Xiu lo llevaron a Yucatán.
- Así se explica que los Itza´, acaudillados por su sacerdote-gobernante llamado Kukulkan llegaran a Chichen Itza.
- Que los K’iche’ tuvieran a un Gucumatz; que los Toltecas tuvieran a un Quetzalcoatl; o sea a caudillos-sacerdotes que llevaban el mismo nombre de la deidad pájaro-serpiente, sólo que traducido a sus lenguas respectivas.
El culto al dios Quetzalcoatl y los varios elementos culturales de Xochicalco, Costa del Golfo, Costa del Pacífico de Guatemala y del Usumacinta, contribuyeron al desarrollo de Chichen Itza, crearon un estilo Maya-Yucateco, el cual se refleja en muchos sitios de la Península de Yucatán; y fue este estilo que influyó en Tula, Hidalgo (Sodi y Aceves 2003b).
Por ello se infiere que los Toltecas de Tula no fueron quienes transmitieron los elementos arquitectónicos y escultóricos a Chichen Itza, sino estos quienes con su estilo altamente desarrollado y más antiguo, influyeron sobre Tula; planteándose aquí la transmisión de esos elementos por gentes Itza´ que vendrían al Altiplano Central de México hacia los años 1000-1150 DC (Landa 1980 y Torquemada 1970), lo cual se ajusta bastante a la salida de un caudillo-gobernante llamado Kukulkan o Quetzalcoatl que abandona Yucatán y llega a Tula, introduciendo nuevos elementos culturales, como la metalurgia, escultura arquitectura, etc, en que los Itza´ de Chichen Itza eran consumados artistas; y ello concuerda también con la llegada de los Nonoalcas Chichimecas y Toltecas Chichimecas de Tula. Así pues, ni la historia ni la arqueología apoyan la hipótesis generalizada de que los Toltecas de Tula influyeron sobre Chichen Itza, sino que fue lo contrario, es decir, que fueron los Itza´ los que influyeron tardíamente sobre los Toltecas (Piña Chán 1992).
Si los Aztecas quisieron que su capital fuera una Imago Mundi, en la que se reunieran armoniosamente tanto edificios, como figuras escultóricas y cerámicas de las antiguas capitales indígenas del pasado –como Teotihuacan, Xochicalco y Tula– y si quisieron dejar constancia de su dominio militar y económico sobre regiones tan lejanas como Guerrero, Oaxaca, Veracruz, etc, ¿Sería posible que algunas de las regiones de la extensa área Maya escaparan a su representabilidad?
Se puede plantear que de alguna manera, directa o indirectamente estos objetos y elementos procedentes muy particularmente de la región Puuc sean la presencia de aquella lejana región del Tlillan Tlapallan presentes en Tenochtitlan, los cuales indiscutiblemente no son una copia exacta, sino un recuerdo o una reproducción a vistas de aquello que en algún momento debió haber sido conocido y rememorado.
No hay que olvidar el hecho de que Tula fue uno de los lugares más devastados y saqueados desde épocas prehispánicas, por ello, la información arqueológica con la que actualmente se cuenta limita a tener una visión clara y acertada sobre esta cultura: sin embargo, su fama predominó, probablemente por el deseo Mexica de que su alianza con un linaje puro, como sería el Tolteca, no desapareciera, sino por el contrario, dejar memoria de un grupo legendario que acaudilló el mismísimo Quetzalcoatl.
Las evidencias son muchas, el tiempo corto y el estudio sintetizado; y como en varias ocasiones se ha expresado, es evidente que para obtener algún resultado, cualquiera que éste sea, se necesita un proyecto de investigación a largo plazo, un buen estudio de fechas, y un análisis profundo de cada elemento arqueológico, así como de las fuentes recopiladas por los cronistas en estas áreas culturales, lo que podría acercarse brevemente a la verdad que encierra el imago mundi de la cosmogonía Nahuatl, en el corazón de México-Tenochtitlan.
REFERENCIAS
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