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A 100 años de historia de investigación arqueológica en Uaxactun, Guatemala: la Institución Carnegie de Washington
Descubrimiento
Hacia julio de 1914 el arqueólogo norteamericano, Silvanus G. Morley, obtenía el visto bueno del Presidente de la Institución Carnegie de Washington, para llevar a cabo una publicación de todas las series iniciales conocidas hasta el momento (Morley1914). Como parte de su plan de investigación, en diciembre del mismo año Morley solicita a la Institución, su apoyo para dar inicio a una serie de viajes exploratorios en la zona Maya (Morley 1916). Éstos lo llevaran inicialmente a sitios ya conocidos, como Copán, La Honradez y Cancuén, pero añadiría visitas a otros sitios, sumando siete nuevas ciudades con fechas a las diecinueve conocidas con anterioridad (Ibíd.); entre ellas La Honradez, Itsimte, Flores, Yaxha, Nakum y Benque Viejo. El tres de febrero del siguiente año, Morley iniciaría una segunda expedición, conocida como la Expedición América Central 1916. Partiendo desde Nueva Orleans, el viaje recorrería el Golfo de México y el Mar Caribe para arribar a Puerto Barrios en Guatemala unos días después. De allí partirían hacia la Ciudad de Belize, donde, utilizando el Río Belize, se dirigirían hacia El Cayo. Una vez en dicha localidad, el viaje seguiría a pie y lomo de mula durante días.
Durante esta expedición el equipo fue dividido en cuatro grupos de investigación: uno hacia el Altiplano de Guatemala, el segundo hacia Copán, el tercero hacia Tulum y el cuarto con destino al sitio de Uaxactun (Ibíd.: 337), a donde arribaría el 5 de mayo (Morley 1922: 313; Smith 1950: iii). Para Morley, éste sería el viaje con mayores réditos de la expedición, pues en aquel sitio localizaría “el monumento más antiguo reportado en el campo Maya” (Morley 1916: 339) la Estela 9. Datada entonces para el año 50 DC (aunque luego corregiría la fecha para el año 68 DC [ver Morley 1922:313]), con una serie inicial del Periodo o Ciclo 8, este monumento daría pie a que se nombrara a aquella ciudad como Uaxactun, nombre resultante de la fusión de los vocablos yucatecos Uaxac (ocho) y tun (piedra o año). Aunque para el momento se conocían ya la Estatuilla de Tuxtla y la Placa de Leyden –también con fechas similares– Morley subrayaría que aquellas no eran monumentos y además habían sido encontradas fuera de contexto, además, otros monumentos del lugar, las Estelas 1, 5 y 6 serían sugerentes de fechas tempranas, por lo que Morley resaltaría con vehemencia la importancia de este nuevo sitio y urgiría la continuación de investigaciones en el lugar, viéndolo como clave para el entendimiento de los orígenes de la civilización Maya.
Las primeras exploraciones en el sitio (1922-1924)
Luego de un periodo tumultuoso causado por la Primera Guerra Mundial (1917-1918), las investigaciones de la Institución Carnegie continuarían con excavaciones en Quirigua en 1919 y no sería hasta que en junio de 1920 se iniciaran las discusiones y obtención de permisos necesarios con el Gobierno de Guatemala para proseguir con las investigaciones en el Departamento de Petén (Morley 1922: 310). Así, en 1922 la Expedición Centro América iniciaría en enero 14, con Morley y el Dr. Lothrop zarpando nuevamente de Nueva Orleans hacia puerto Barrios, con la intención de realizar nuevamente varias investigaciones en la zona, que incluirían la exploración de la costa este del Yucatán por Morley y Lothrop, el potencial agrícola del norte de Petén por O.F. Cook, la continuación de excavaciones en Tayasal por el Dr. Guthe, y por supuesto la búsqueda de nuevas inscripciones y sitios en Petén por Morley. En Abril 18, acompañado por el Sr. Sopeña, Morley zarpó de El Cayo rumbo al norte de Petén. En aquella ocasión fueron encontradas otras cuatro fechas tempranas consideradas dentro del Ciclo 8, en las Estelas 4, 17,18 y 19 y la emoción del investigador es clara cuando escribe que “ningún otro sitio conocido hoy podría probablemente dar más luz sobre los inicios del Imperio Antiguo que Uaxactun” (Morley 1922: 314-15), en la publicación anual de la Institución Carnegie en 1923.
Ese mismo año, lograría la concesión para realizar excavaciones en el sitio, luego de sufrir acusaciones de tráfico de artefactos por parte del Director de Arqueología en Guatemala, William Gates. Estas acusaciones no tendrían mayores repercusiones y llevarían a la realización de un convenio más claro en cuanto a las responsabilidades compartidas de los interesados (Black 1990:260). De esa forma, el permiso definitivo vendría posteriormente. Sin embargo, los trabajos consensuados de exploración prosiguieron, y en 1923 Oliver Ricketson Jr. y el Sr. Witherow, del Departamento de Magnetismo terrestre de la Institución Carnegie, fueron enviados al Petén con el objetivo de localizar las posiciones exactas de varios sitios, incluyendo Uaxactun. Al año siguiente, en 1924, Franz Blom realizaría un nuevo reconocimiento. Durante su visita haría el primer levantamiento topográfico, nunca publicado (Smith1950), que serviría de base para futuros trabajos y demarcaría las divisiones generales por grupos arquitectónicos que conocemos hoy para el sitio. Además, durante esa visita, Blom notaría que las alineaciones del Grupo E coincidían con la salida del sol durante los solsticios y equinoccios (Ricketson 1928, 1933), un tema que sería estudiado posteriormente por Ricketson y que marcaría el estudio de la arquitectura Maya hasta la fecha, como veremos más adelante.
El Proyecto Arqueológico Uaxactun, Primera Fase (1926-1931)
El 28 de noviembre de 1925, se firmaba el convenio definitivo entre el Gobierno de Guatemala y la Institución Carnegie de Washington, por medio de sus representantes el Licenciado Don Rafael Ordóñez Solís, Ministro de Educación Pública, y el Señor James H Roach, nombrado por la Institución como su representante, respectivamente. En él, se proveía de permiso exclusivo de excavación en los sitios de Uaxactun y Tayasal, por un periodo de cinco años y extensivo a otros cinco más (Morley1926: 273). Así, el 9 de enero de 1926, Olivier Ricketson líder del equipo, zarpaba rumbo a Guatemala con destino final: Uaxactun. A él se sumaría días después el Sr. Monroe Amdsen como asistente de campo. Por aquellos años, la compañía de extracción chiclera, la P.W. Shudfeldt Company había iniciado ya operaciones en la región, y sirvieron como colaboradores de la Institución Carnegie en cuanto a proveerles de transporte de alimentos, facilidades de crédito y envío de correo.
La construcción de un campamento temporal daría inicio junto a una aguada conocida entonces como Aguada Bambonal, cuerpo de agua, aun existente y que antes de la llegada de Morley daba nombre a la localidad (Ricketson 1937:27). Para entonces, existía desde algunos años, un campamento chiclero con dicho nombre, y con el tiempo se convertiría en la actual comunidad de Uaxactun. Morley relata en el Reporte Anual de la Institución No. 15 que los chicleros se asentaron no más de tres años antes de su primera visita en 1916 (Morley 1916:341). Con el campamento instalado, el 8 de marzo se iniciaría la limpieza del Grupo E y para el día 10 se abrirían las primeras trincheras en la Estructura E-II. Luego de dos meses de trabajo, el pequeño grupo de académicos y sus doce trabajadores concluiría sus labores la exitosa expedición el 18 de mayo, partiendo al día siguiente (Morley 1926:274).
Así iniciarían cinco años de trabajo en el sitio, cuya atención se centraría en el Grupo E. Durante la siguiente temporada (1927) se descubriría la estructura E-VII-Sub y se organizaría una pequeña expedición de reconocimiento al sitio La Muralla. El siguiente año, se llevaría a cabo la exposición completa de la E-VII-Sub, y Morley visitaría el sitio acompañado de Alfred Kidder y George Vaillant. Una nueva expedición se organizaría hacia los sitios de El Paraíso y La Juventud, y el campamento sería mejorado. Ese mismo año, vería la luz una publicación trascendental para la Arqueología Maya, Ricketson publicaba en American Anthropologist el artículo “Notas sobre Dos Observatorios Astronómicos Mayas” (Ricketson 1928), en el cual exponía los descubrimientos y argumentos referentes a las alineaciones de las estructuras con eventos celestes, del Grupo E de Uaxactun y de El Caracol de Chichén Itzá. Este último, excavado en 1925 por el mismo Ricketson. Gracias a ésta y posteriores publicaciones, el Grupo E de Uaxactun sería tomado como referente, dando así ese nombre a otros complejos arquitectónicos similares en toda el área Maya. Así mismo, se volvería común asociar a estas construcciones con la observación de los equinoccios y solsticios, tomándoseles como verdaderos observatorios. Sin embargo, Ricketson se inclinaba abiertamente ante la idea que éstos fueron “planeados para marcar las ya conocidas direcciones de las cuatro posiciones anuales significativas del sol” (Ricketson 1928:439) y que su erección respondía más a cuestiones “de geomancia que de astronomía” (Ibíd.: 440).
En 1929 se unen al equipo Ledyard Smith, como asistente de campo, Edith Bayles Ricketson, como directora del Laboratorio de Campo, y Enrique Shudfeldt. El proyecto continuaría sus excavaciones en el Grupo E por medio de grandes trincheras y excavaciones extensivas, y pondría especial atención a investigar las estelas y su relación con los pisos de las plazas en un intento notable de establecer cronologías por medio de asociaciones de este tipo. E.B. Ricketson iniciaría un arduo trabajo con la cerámica de sitio durante la temporada de campo y se formalizarían los reconocimientos en los alrededores del sitio, con la intención de obtener información sobre la densidad poblacional de la zona circundante (Ricketson y Ricketson 1937:31). Ésta última tarea fue confiada a E. Shudfeldt, quien mapeo por medio de dos grandes transectos en forma de cruz, técnica que sería más tarde realizada para posteriores proyectos. A finales de ese mismo año, Morley y Kidder organizarían los primeros sobrevuelos con motivos de investigación sobre sitios en el área Maya y obtendrían las primeras fotografías aéreas de Uaxactun, gracias a la colaboración del célebre piloto Charles Lindbergh (Black 1990:263). El proyecto, bajo la dirección de Ricketson culminaría sus trabajos durante la temporada de 1930, con el inicio de las excavaciones en el edificio A-1 y daría paso a una nueva etapa, dirigida por L. Smith y frente a un dilema que aparecía entre los miembros del equipo académico, continuar o no las excavaciones en Uaxactun.
El Proyecto Arqueológico Uaxactun, Segunda Fase (1931-1937)
El año de 1931 vio el inicio de la sexta temporada de trabajos en el campo, esta vez con A. L. Smith como Director de campo y asistido por R.E. Smith –su hermano–; y nuevamente Monroe Amdsen como encargado de logística. Los Ricketson pasarían el fin de 1930 y el inicio de 1931 en la Ciudad de Guatemala, analizando los materiales obtenidos en las temporadas anteriores. Para entonces, el objetivo primordial de la investigación, el conocer a fondo una ciudad del Viejo Imperio Maya, había sido logrado según Ricketson. Ese año presentaría un informe a la Institución Carnegie en el cual recomendaba la finalización de los trabajos en Uaxactun, sugiriendo que éstos se continuaran en el Altiplano de Guatemala, donde la inversión en términos de fondos y esfuerzos sería menor, y permitiría un estudio comparativo con los hallazgos ya obtenidos. Por su lado, en el mismo informe, Smith insistía en la continuación de los mismos argumentando que a la fecha los estudios sobre la arquitectura de los palacios del Viejo Imperio así como su función no habían sido aún bien comprendidos (Kidder 1932). Afortunadamente, la Institución Carnegie decidió apoyar la continuidad de los trabajos bajo la dirección de L. Smith por seis temporadas más. Aun así, el trabajo de Ricketson continuó, dando como resultado la presentación de un informe de excavaciones del más alto nivel para la época. Con un alto detalle en las descripciones, la Publicación 477 de la Institución Carnegie de Washington editada por Ricketson y su esposa (Ricketson y Ricketson 1937), recopilaba un amplio registro de las excavaciones y de los artefactos y sentaría un precedente de importancia para los informes arqueológicos posteriores.
Las excavaciones en el Grupo E fueron concluidas ese año y los esfuerzos se trasladaron con gran ímpetu al Grupo A. Donde L. Smith investigó las estructuras A-I y A-V, además de grupos al sur del Grupo A (Smith 1950). A estas investigaciones, invitados por Kidder, y en un intento de fomentar un estudio Pan-científico, cuatro nuevos académicos se unieron al equipo: el Dr. A. Murie, experto en mamíferos, el Dr. H. Bartlett, botánico y el Dr. Jocelyn Van Tyne, ornitólogo, todos de la Universidad de Michigan; y el Dr. C. White Cooke de la unidad de Reconocimiento Geológico de los Estados Unidos. El Proyecto Uaxactun tomaba entonces un carácter multidisciplinario, todo un adelanto para la época. Como resultado de esa colaboración Cooke propuso entonces que el colapso de la civilización en Petén se debía a la sedimentación de los actuales bajos, provocada por la agricultura intensiva. Cooke interpretó que los bajos actuales eran el resultado de la presencia de lagos pequeños en el pasado (Black 1990 citando a Cooke [1931]; Ricketson 1933).
Al año siguiente, las excavaciones continuarían en el Grupo A y se extenderían a los grupos B y C, y daría inicio un proyecto enfocado en la montículos habitacionales dirigido por Robert Wauchope. Sus investigaciones finalizarían con la publicación de un amplio estudio de estructuras residenciales editado en 1934 como parte de las Contribuciones a la Arqueología Americana (Contributions to American Archaeology, No. 7) (Wauchope 1934). En las temporadas subsiguientes el trabajo continuaría con especial interés en la Estructura A-V, A-XV, A-XVIII y A-II del Grupo A; mientras en el Grupo B las estructuras B-VIII, B-XI serían el foco de atención. En el grupo D se investigaría la Estructura D-I, y en el Grupo F la estructura F-XI. La búsqueda de “basureros” y la investigación de chultunes fue otra importante fuente de interés para el proyecto.
En 1934, otro importante investigador se uniría al equipo de campo en Uaxactun. Contratado recientemente como dibujante para la Institución Carnegie, y gracias a sus estudios en ingeniería estructural, el joven de 22 años Edwin M. Shook sería enviado al Petén con el fin de registrar y estudiar la arquitectura monumental del sitio. Esta adquisición contribuiría grandemente a las publicaciones de perfiles y secuencias arquitectónicas resultado de las excavaciones intensivas, sobre todo en la Estructura A-V. Shook se convertiría en el asistente de L. Smith, mientras Robert Smith se enfocaría en el trabajo con la cerámica de los nuevos grupos investigados y que al momento identificaba al menos dos fases nombradas por B. Ricketson como Ia y Ib; las posteriormente renombradas por R. Smith como Mamon y Chicanel (Kidder 1950). Para ese año se completaría el Mapa del Grupo A, mientras que el año siguiente, en 1935, se completaría el mapa del Grupo B y se descubriría el Grupo H, aunque nunca sería excavado por el equipo y no sería integrado al mapa final del sitio.
Finalmente, la última temporada de campo del proyecto llegaría en 1937. Ese año se retomó la investigación en la Estructura E-X y se finalizaron los trabajos en los grupos A y B. En éste último, la Estructura B-XIII daría uno de los descubrimientos más importantes: el descubrimiento de un mural en una de sus paredes. Para registrarlo se contrató al artista guatemalteco Antonio Tejeda. Posteriormente el mural sería destruido poco tiempo después de la partida del equipo a manos de chicleros (Black 1990: 266) –quizás el primer acto de vandalismo reportado en un sitio arqueológico del Petén. Otra contratación particular de ese año fueron los pobladores de Petén. Ante una decisión del Gobierno de Guatemala respecto al tema, la Institución Carnegie tuvo que contratar personas de la Isla de Flores y de la aldea San Andrés, al norte del Lago Petén Itzá (Black 1990: 265 citando a L. Smith [1973]). Hasta el momento, los trabajadores que habían colaborado con las excavaciones eran beliceños En mayo 15, Shook y L. Smith levantaban el campamento y por órdenes de Kidder se dirigieron a Tikal (Shook 1998).
Resultados y la influencia de la Institución Carnegie en el desarrollo de posteriores proyectos
Con el fin de las excavaciones en el sitio de Uaxactun, el trabajo de la Institución Carnegie no llegaba aun a su fin. Pasaron, sí varios años para que los resultados de aquella segunda etapa del proyecto fueran publicados. Luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, Kidder publicaría en 1947 Artefactos de Uaxactun, una revisión de los materiales de piedra, hueso, concha, barro y otros materiales. Inicialmente pensado como un apéndice a los reportes del sitio, el retraso de aquellas publicaciones debido a la guerra motivó a Kidder a su pronta publicación en solitario. Tres años más tarde, en 1950, L. Smith finalmente completaba la edición de Uaxactun, Guatemala: Excavaciones de 1931-1937, nuevamente otro volumen valiosísimo en cuanto a la descripción de los hallazgos realizados durante aquellas temporadas. Destacan dentro del material, los planos del sitio y las secuencias constructivas expuestas en los perfiles. El informe contó con el aporte notable de Tatiana Proskouriakoff, quien se había unido a la institución como dibujante encargada de llevar a cabo reconstrucciones de los edificios. Gracias a su aporte, las secuencias en planos pasaron a ser vividas reconstrucciones de la secuencia constructiva en el edificio A-V. Cinco años después Robert Smith publicaba Secuencia Cerámica de Uaxactun, Guatemala, una serie de dos volúmenes que se volvería una base para los estudios cerámicos posteriores en la región, definiendo en él las fases Mamon, Chicanel, Matzanel, Tzakol y Tepeu (Smith 1955).
Pero para 1958 el programa de Arqueología de la Carnegie llegaba a su fin. Sus archivos pasarían entonces al Museo Peabody de la Universidad de Harvard, donde Ledyard y Robert Smith, junto a Tatiana Prouskouriakoff y Harry Pollock continuarían con investigaciones y proyectos en el área Maya. Así a las publicaciones anteriores sobre cerámica, se sumaría un tercer volumen Variedades, Tipos y Vajillas de la Cerámica Maya en Uaxactun: suplemento a la “Secuencia Cerámica en Uaxactun, Guatemala” (1966), publicado junto a James Gifford, y donde aplicaría el sistema Tipo-Variedad al análisis publicado con anterioridad. Ya antes, en 1960 Smith, junto a Gordon Willey y Gifford habían publicado un trabajo donde impulsarían el uso de éste método para el análisis de la cerámica de Tierras Bajas.
Palabras finales
Como bien escribiera Stephen Black, en un excelente trabajo sobre la Institución Carnegie y su influencia en la Arqueología Maya publicado en Ancient Mesoamerica en 1990, el impacto de la institución trajo consigo la formación de un verdadero linaje arqueológico (Black 1990: 257-258) cuyo origen da inicio al conformar un equipo de arqueólogos de la Carnegie y de entusiastas de la Universidad de Harvard. Esa falta de estudios previos en Antropología por parte de unos, se vio compensado por la experiencia de los otros y dio como resultado no solo la publicación de reportes y artículos, sino el establecimiento de metodologías y acercamientos al estudio de la civilización Maya como nunca antes se había dado. Quizás las prácticas expuestas en la presente ponencia puedan parecernos hoy comunes y usuales, pero fue entonces que muchas se aplicaron por primera vez en el campo de la Arqueología en Guatemala, más aún, fueron iniciadas con el proyecto de la Carnegie. El mapeo extensivo por transectos con la utilización de curvas de nivel, la excavación extensiva con la intención de establecer cronologías por medio del material cerámico encontrado y la asociación de monumentos con otros rasgos arquitectónicos por medio de los pisos, los estudios multidiciplinarios, la introducción del interés en la arqueoastronomía, estudios de población con enfoque en montículos habitaciones, la fotografía aérea y el uso del sistema Tipo-Variedad fueron resultados directos de aquel equipo.Incluso, el sistema utilizado por la Universidad de Pensilvania en el Proyecto Piedras Negras en cuanto al registro y nomenclatura en campo, proviene como desarrollo de las ideas iniciadas por el equipo de la Carnegie (Black 1990:259).
Aún con la disolución del programa de Arqueología de la Carnegie, muchos de sus miembros continuaron investigando y por consiguiente, propagando las ideas surgidas de aquella experiencia. Los subsecuentes proyectos en Tikal, Quirigua, Mayapan, Altar de Sacrificios, Seibal, y Kaminaljuyu, entre otros, estarían conformados con algunos de los miembros de aquella expedición y nombres como Willliam Bullard, William Sanders, R.E. W. Adams, Ian Graham, Norman Hammond, Jeremy Sabloff y Guy Tourtellot, serían recipientes directos de los conocimientos de esta primera generación de arqueólogos (Ibíd. 259). Más aún, su contribución directa con la formación de arqueólogos guatemaltecos se vería en la colaboración para la creación del Museo Nacional de Arqueología y Etnología, y el Instituto de Antropología e Historia (IDAEH). Y la colaboración de Edwin Shook en el proyecto de intervención de la Estructura E-VIII-Sub en 1974 daría pie a un subsecuente proyecto de investigación en aquel sitio durante la década de los años ochenta. En ambas ocasiones, participaría uno de sus más brillantes discípulos a quien ya había acogido en el Proyecto Tikal en 1963 como parte de un programa de aprendizaje para futuros arqueólogos guatemaltecos, el Dr. Juan Pedro Laporte (Iglesias 2011). Posteriormente, con la Cátedra Kidder de la Universidad del Valle de Guatemala, dirigida por más de veinte años por la Dra. Marion Popenoe, discípula y amiga personal de Edwin Shook, y formadora de tantos otros arqueólogos.
En la aldea de Uaxactun, la comunidad tiene como parte de su historia la participación directa en los proyectos posteriores en el sitio y recuerdan con orgullo el hecho que fueran los chicleros que iniciaron aquel asentamiento quienes mostraran a Morley por primera vez las ruinas. Quizás entonces, el viejo dicho que aún resuena en la actual aldea tenga razón y el sitio tenga tanta relevancia como para que un gringo (Morley) le haya llamado como la capital de su país “Washington” –por Uaxactun–.
Referencias
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